Hola, os hablo desde aquí arriba. Sí, sí, levantad vuestras cabezas hacia la ladera donde está situado vuestro pueblo. Soy yo, el Castillo de Torregalindo. El que más sabe de este lugar. Soy tan viejo que no saben cuándo me construyeron exactamente. Ahora, precisamente, he recibido a un grupo de estudiosos que quieren averiguar los secretos que escondo y, aunque me encuentro como me encuentro, he vivido muchas historias en este maravilloso pueblo. Y de todas esas vivencias, una de las más
importantes es la que hace mi pueblo cada 5 de enero desde hace ya 38 años.

Después de tantas guerras, tanta destrucción y tantas barbaries a lo largo de los siglos, el Belén viviente de Torregalindo es un ejemplo para seguir creyendo en las personas, en la comunidad, en el voluntariado, en el orgullo de pertenencia, independientemente de si eres creyente o no, de si la Navidad se siente más o menos intensamente. Lo que yo veo desde este cerro es unión, colaboración, risas, enfados y satisfacción, enorme satisfacción.

Gracias por iluminarme y dejarme tan elegante todos los 5 de enero. Se me ve altivo y luminoso desde lejos, con mi inconfundible silueta, para recibir a SS. MM. los Reyes Magos, que bajarán hacia esa maravilla de iglesia que tenemos, con sus arcos y su pórtico, para encontrarse allí con Herodes. Desde aquí también observaré la Plaza donde se acomodarán San José, la Virgen y el Niño. Y a todos los personajes que participáis, que sepáis que vuestro Castillo se siente orgulloso de vosotros y vosotras. Venid a visitarnos el 5 de enero; os sorprenderéis.

Venid a ver Magia. Esto, es Magia.